Buscar este blog

lunes, 10 de octubre de 2016

Aprender a través del tacto


     La información que recibimos del mundo que nos rodea nos llega a través de los sentidos.
     Imagina que es verano y que haces un viaje a una playa: el olor a mar te llega a través del olfato, el sonido de las olas o de las gaviotas a través del oído, los colores del mar, del cielo o la luz del sol por la vista, el sabor de algún producto típico que se pueda comer allí, por ejemplo, unas sardinas a la brasa, por el gusto y la textura de la arena, la temperatura del agua, el tamaño de las conchas o el dolor ante la picadura de una medusa, por el tacto. 
     Es muy posible que hayas podido ponerte en situación si has vivido antes algo parecido. Esto es porque el cerebro integra los estímulos que nos aportan los sentidos como algo significativo, devolviéndonos esas sensaciones cuando evocamos los recuerdos.
    Si tuviésemos que elegir uno de los sentidos como favorito para no ser privado de él es posible que eligiéramos entre la vista o el oído, ya que es por donde más información directa nos llega sin que para ello necesitemos realizar mucho esfuerzo. Pero, ¿sabemos lo importante que puede llegar a ser el tacto en nuestra vida y en el aprendizaje?


    En nuestra vida, un mismo estímulo va a poder ser captado con mayor o menor intensidad por cada uno, pudiendo haber personas que no lleguen a captar ciertos estímulos que puedan parecer evidentes y otras que, por el contrario, cada mínima sensación se perciba como algo exagerado.  Al nivel de intensidad mínimo al que se captan las sensaciones se denomina umbral de excitabilidad y por debajo de éste no se va a provocar estimulación ninguna.

    Ambos extremos no son buenos, ya que en casos de hipoactividad, la persona va a necesitar de tener contacto continuo para recibir información y su alto umbral de excitabilidad va a generar una mayor tolerancia al dolor. Son personas que disfrutan de los deportes de contacto y tienen tendencia a estar metidos en peleas y altercados.
    En el caso de la hipertactibilidad, su umbral de dolor es muy bajo, sufren con cualquier contacto corporal: un roce, un rasguño… pueden ser para ellos un mundo. Controlan muy mal la temperatura del cuerpo y evitan ser rozados, no sólo por las personas, sino por texturas que puedan resultarles desagradables.  En clase parecen despistados, ya que pueden estar distraídos porque les moleste la textura del bolígrafo, del papel, del pupitre o, incluso, de la ropa que llevan puesta.
    ¿Cómo interviene el tacto en el aprendizaje?
   El tacto aporta información sobre la temperatura, el peso, la presión, el dolor, la humedad o sequedad, la forma, la elasticidad o las texturas. Esta información, integrada con la vista y el oído, va a permitir que el aprendizaje se desarrolle de manera más integral.
    Aprender a través del tacto, va a permitir que ayudemos en el desarrollo del esquema corporal puesto que, a través de distintos tipos de receptores, vamos a saber dónde comienza y termina nuestro cuerpo. Esto último, que se denomina propiocepción, se hace de forma automática e inconsciente y se va a encargar de enviar al cerebro información constante sobre dónde  se encuentra cada parte del cuerpo y cómo se mueve, qué velocidad necesita para hacer determinadas acciones o qué presión se ha de ejercer sobre los objetos para cogerlos, sujetarlos o manipularlos. Si los receptores sensoriales no funcionan de forma correcta, se pueden  generar dificultades de aprendizaje al  enviar al cerebro información errónea, que repercutiría en una respuesta poco adecuada y precisa.


    Por otro lado, a través del tacto, también vamos a mejorar la motricidad fina, imprescindible para el manipulado de objetos pequeños o la realización de tareas tan aparentemente sencillas como pueden ser abrochar y desabrochar un botón o atar unos cordones. Igualmente interviene en el proceso de aprendizaje de la escritura donde, además, nos ayudará a conocer la presión con la que debemos coger el bolígrafo y la prensión que hemos de hacer sobre el papel a la hora de escribir.

     ¿Qué podemos hacer para mejorar la percepción táctil?
  • Jugar con distintos tipos de texturas: manipulación, reconocimiento, clasificación de objetos por sus características texturales…
  • Hacer actividades con distintos pesos: identificación, compración (más o menos pesado),  clasificación, ordenación…
  • Experimentar con materiales a distintas temperaturas y en distintos estados: gelatina, agua caliente, fría, templada, sólida, líquida…
  • Manipulación de plastilina para trabajar conceptos, presión, tono muscular: amasando, aplastando, creando formas para aprender vocabulario, hacer fracciones…
  • Actividades de ensartar, rasgar, puntear, recortar, amasar.

Sonia Pérez Vara para Centro de Neurodesarrollo Qualia. Febrero, 2016.



No hay comentarios:

Publicar un comentario